sábado, 11 de septiembre de 2010

¿Por qué la vida vale la pena?

Todavía no sé cómo lo hace. Pero lo hace él y lo cursi ya no es tan cursi. O mejor: lo cursi nos empieza a gustar.
Este ranking es una buena muestra





Por otro lado, creo que cada uno debería hacer el suyo. Para esos momentos, vio?...




La voz de Leonard Cohen









El final de Manhattan









El cannon de Pachelbel







Los goles de Enzo Francescoli





La Victoria de Samotracia



Las milanesas a la napolitana con papas españolas de mi madre


Roberta


Sofía

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Superheroes visten de Prada


¿Imaginan un superhéroe con buzo de Mickey, bermudas floreadas y medias blancas tres cuartos? Sería un lindo desafío. Pero está claro que además de ser hay que parecer, y un buen vestuario es tan importante como músculos de acero. Tiene sentido: Si alguien merece el rótulo de Superhéroe pues que se esmere en su aspecto. Además lo necesitará. Para qué reducir villanos si después no viene la prensa, no salís en las tapas de los diarios, no te mitifica el comic y no te recicla el cine. El espectáculo es parte esencial del superhéroe. Un héroe anónimo no es superhéroe, es médico rural.

Si hacia falta legitimar la apología de la fachada, el Metropolitan Museum de Nueva York montó hace un par de años la exposición Super Heroes, Fashion and Fantasy. Diseñadores de moda inspirándose en Superhombres para crear sus nuevos atuendos. La vida como debe ser vivida: estar en Manhattan, invencibles y a la moda.
Para ingresar a la exposición hay que cruzar la salón de las esculturas griegas y romanas. Es la mejor introducción, por que ahí se ve cómo surge el héroe y quiénes crearon esa carga de perfección del personaje. Los héroes de esta sala también volaron, vencieron monstruos horribles, forjaron la idea de justicia y sus leyes, tuvieron dudas y pasiones, eran modelos metrosexuales. Todos ellos al cumplir su misión eran llevados al altar del Olimpo para ser imitados y venerados. Según la crítica de arte mexicana Avelina Lésper, “La cristiandad exterminó a estos héroes y dioses y la justicia se volvió algo que ya no es de este reino. Santos y dioses sin sexo, sin pasiones, sin dudas, inhumanos y crueles llegaron a los altares. Para sobrevivir a esta inanición la literatura creó de nuevo a los héroes y los llamo Súper Héroes. La exposición trata de dar cuenta de la influencia del vestuario de los Súper Héroes en la moda y cómo responde a la necesidad que tenemos de convertirnos en el héroe que nos fue robado”

La revista Times elaboró su lista de los 20 mejores superhéroes llevados al cine. Para armar el ranking siguieron estos criterios arbitrarios: la longevidad del personaje en comics y en films, su desempeño en la taquilla y, por supuesto, su vestuario. En una polémica decisión, ponen en la cima a El Hombre Araña. Un héroe que surge de un insecto, y ser un insecto es lo más bajo que se puede ser. Pero Spiderman lleva la aracnidad en su estructura molecular, y entonces puede ser un héroe. Es cierto que Sam Reimi –que ya había aprendido de manos de Tim Burton que la fuerza cinematográfica de un superhéroe radica en sus contradicciones- hizo un buen trabajo con un Tobey Maguire que sorprendió a más de uno cuando se calzó el neoprén azul. En la muestra del Met, se exhibe el traje de la versión cinematográfica, junto a los vestidos de Jean Paul Gaultier de Haute Couture, John Galiano y Giorgio Armani. “Transparentes y delicados cómo las telarañas, revelando sin necesidad de visión de rayos X el cuerpo desnudo que envuelven, hechos para que trepemos y nos devoremos a la primer mosca que caiga”, los describe Lésper.
Pero más allá de cualquier ranking, el héroe de los superhéroes es Superman. No tiene nombre, es pura esencia, no es súper-nada, su escudo es lo que fueran los antiguos escudos de armas, sólido. “S”. Es suficiente. Además, Superman es el primer héroe inseparable de su vestuario. Se abre la camisa, se pone su capa y está listo para vencer el mal. La personalidad cotidiana de Clark Kent es el verdadero disfraz: un hombre medio sonso, e inseguro con las mujeres; así es cómo nos ve a los humanos el alienígena de Criptón. “El Met muestra camisetas con el logo “S” debajo de trajes grises de Moschino. Vestidos cortos con flecos que cuelgan del logo “S”, zapatos de plataforma y capas que en la bastilla nos preguntan “Is this the future?” del diseñador Bernhard Willhelm”. Vestuarios que hacen más interesante enfrentar el microcentro a las 3 de la tarde.


Desde que el Batman abandonado por Tim Burton fue reiniciado por Christophen Nolan, se convirtió en el superhéroe favorito de cualquier cinéfilo que se precie.  Caso opuesto al hombre de acero, Batman es un héroe de armadura. No tiene poderes especiales, su carne es la de cualquier mortal, toda su fuerza y su valor radica en su traje. Es el Caballero de la modernidad. El traje es un avanzado trabajo tecnológico en el que están resueltas todas las necesidades para acabar con sus enemigos. “Batman fue creado en 1939 y esta inspirado en los dibujos de Leonardo da Vinci de las máquinas voladoras. Es el más oscuro de todos los superhéroes: El asunto de Batman es la venganza y aunque tenga motivos justicieros siempre es insaciable, la línea que lo separa de ser un serial killer es finísima. Es Drácula del lado de la ley, tiene sed de sangre y vive para ver como mueren sus víctimas. En la exposición están todos los trajes de Batman de las diferentes versiones cinematográficas.”
Si vamos a seguir hablando de ropa, hablemos de mujeres. La Mujer Maravilla ocupó un espacio importante en las fantasías de nuestra adolescencia. No había demasiados casos públicamente aceptados de minas con esas piernas, hotpans y látigos. Hace pocos días, la editorial DC Comics anunció que le cambiará el look desde la edición 600 de la historieta. Calzas negras largas para que la amazona ingrese al siglo XXI. "Ella ha estado atrapada prácticamente en el mismo look desde su debut en 1941", opinó Straczynski, su nuevo escritor. "¿Qué mujer usa un mismo vestido por más de 60 años?". Dicen por los blogs que está por pasar al cine (¡no se entiende cómo es que ya estuvo la intrascendente Batichica y no ella!) y la encarnaría Megan Fox. “Es  claro que esta heroína no representa los valores bíblicos de amor y virginidad. Tiene una cuerda dorada con la que amarra a sus enemigos y a sus amantes y los somete a sus caprichos. En el Met, John Galiano para Christian Dior Haute Couture, se inspira en Wonder Woman y convierte a las mujeres en valkirias nocturnas con un corsé bordado con estrellas doradas y plateadas en los senos, medias de red con la costura roja al frente y bikini amarillo con un listón en el pubis”. Sin duda, si una mujer se sujeta eso al cuerpo está dispuesta a que le brinden sacrificios.

martes, 7 de septiembre de 2010

Ahí vamos

Para arrancar, qué mejor que andar desmitificando: baño que me encontré en una plaza de NYC.

Y mañana serán héroes




¿Qué tienen en común Pedro Almodovar, Paulo Branco, Meryl Streep, Darius Khondji, Cary Grant, Thelma Schoonmaker y Pablo Trapero? Primera respuesta (obvia): son nombres que se vinculan, de un modo u otro, con el cine. Segunda respuesta: todos ellos alguna vez fueron desconocidos; en algún tiempo y lugar sólo fueron “alguien” para su familia o sus amigos. Sin embargo llegó el día en que otra gente, más allá de su círculo de confianza, comenzó a hablar de ellos. En el año 2003 HC realizó su primer informe sobre las “25 Nuevas Caras del Cine Argentino” en el que, desde la tapa, Marina Glezer ya exhibía esa mirada desafiante que la caracterizaría siempre. En las páginas interiores, algunos óperaprimistas que prometían -varios esperando estrenar su primer largo, otros incluso realizarlo-: Juan Taratuto, Ezequiel Acuña, Diego Lerman, Alejandro Chomski, Ana Katz, Damián Szifrón, Julia Solomonoff, Mariano Llinás. También había un geniecillo del arte de la fotografía y mundos afines, un tal Cobi Migliora o una incipiente productora que estaba ayudando a Julia Solomonoff a desarrollar su primer largo, una tal Vanessa Ragone. ¿Ah, este año ganó un Oscar?. Hubo dos ediciones más de las 25 Nuevas Caras. La última, tenía en la tapa a una niña desgarbada y de gigantes ojos celestes, que en adelante sería fotografiada como Inés Efrón. Es imposible listar aquí a los 75 mencionados en esas tres producciones. Pero, créanos, se nos infla el pecho al comprobar el alto grado de acierto en las apuestas. Pasaron cuatro años y retomamos la idea. Pero estos tiempos son distintos. Más complejos como para andar apostando. Por un lado, porque la diversidad es mucho mayor que otrora. La actividad ha explotado, todos filman, todos actúan, todos producen... ¿quién no tiene un proyecto bajo el brazo? Por otro lado, la velocidad con la que circula la información obliga a encarar la tarea con una lupa de mayor aumento, con un empeño mayor que el de los francotiradores twitteros de opinión fácil. El desafío es que la elección pueda ir más allá de la moda de la temporada y que un día estos nuevos talentos estén apadrinando con sus textos a las futuras 25 caras nuevas. Veremos cómo nos va, pero nos tenemos confianza.

II
No todo en este número son caras nuevas, por supuesto. Enrique Piñeyro con su Rati Horror Show se confirma como el Batman de cine nacional, poniendo tecnología y billetes al servicio de la lucha contra el mal. Daniel Aráoz y Rafael Spregelburd, dos estilos y escuelas de actuación distintas, dan vida a los protagonistas excluyentes de El Hombre de al lado, de otra dupla, Mariano Cohn y Gastón Duprat. Adrián Biniez es un argentino que finalmente estrena Gigante, film uruguayo que hizo casi sin saber filmar pero se convirtió en uno de los más laureados de la temporada festivalera. Para terminar, un comentario sobre el informe que publicamos sobre la producción de cine en Córdoba. El mismo surgió cuando algunas productoras de la provincia nos pidieron atención sobre la importante actividad que venían teniendo. Nuestro cronista no se limitó a “dar prensa” de los films sino que investigó el novedoso sistema de fomento que posibilitó su concreción. Cuando eso sucede, surgen los detalles detrás de la gacetilla y entonces empieza a ser útil de verdad: para que perfeccionen el sistema quienes ya lo usan, y para que lo conozcan los demás. Apenas unos días atrás, cuatro festivales del interior (Tandil, Godoy Cruz, Río Negro y Tucumán) se pisaban en las fechas, demostrando la intensa actividad y oferta cultural que hoy late tierra adentro. Está doble faceta gubernamental en pos del cine (la promoción de la producción y la exhibición) reabre el viejo debate sobre una verdadera federalización. Un debate bienvenido que, en estas páginas, acaba de empezar.

Los Directores

lunes, 6 de septiembre de 2010

La persiana americana















Partamos del cliché, decía el gordo de las papadas. Si hiciéramos un focus group preguntando al ciudadano promedio sobre “cine y erotismo”, 9 Semanas y Media es el título que surgiría por libre asociación. El film del inglés Adrian Lyne tuvo la capacidad de erigirse en un ícono ochentoso, tan emblemático como el Thriller de Michael o el gol a los ingleses. Las piernas de Kim Basinger, y las hombreras de Mickey Rourke, junto a Joe Coker y los contraluces de las persianas americanas, son parte insoslayable de la cultura popular.
Aceptando este hecho, lo interesante es pensar cómo pudo ser todo eso una película que, al mismo tiempo, es una basura fílmica. La calificación parece fuerte, pero está dicha con todo respeto por las basuras fílmicas, entiéndase por ello productos para el consumo rápido y su aún más rápido desecho. Y que conforman ni más ni menos que la gran mayoría del cine, un arte ontológicamente moderno ideado para ser devorado por las masas.
Entonces volvamos a la pregunta inicial: ¿por qué nos marcó a fuego 9 Semanas y Media entre tanto VHS descartable?

Yo te prefiero
Fuera de foco
Inalcanzable
Yo te prefiero
Irreversible
Casi intocable

Elizabeth, bohemia ella, vive con una compañera de piso en una gran ciudad y trabaja en una galería de arte. Un día conoce a John, yuppie él, quien la seduce. La relación empieza a adquirir tintes peculiares ante la actitud de John, al mismo tiempo tierno e impersonal, que la introduce en extraños y morbosos juegos sexuales.
La canción de Soda Stereo fue lanzada el mismo año que 9 Semanas y Media, y no es casual que su letra describa la trama y el clima del film (a pesar de que rumores sostienen que surgió a partir de Doble de cuerpo (1984) de Brian de Palma).
Los ochenta en Hollywood están atestados de etés, viajes al futuro, guerras intergalácticas y musculosos que trituran asiáticos. El erotismo de videoclip, bien vendido por Lyne, fue la excepción. La cinta escandalizó en los niveles adecuados a una generación que ya disfrutaba de un acceso al cine triple X a través de los videoclubs, pero que recién empezaba a acostumbrarse al “destape” en los medios masivos. El nuevo pornosoft tenía un envase irresistible: con una estética publicitaria, la última chica Bond (Nunca digas Nunca Jamás (1983)) era desnudada por el bello protagonista de Manhattan Sur (1985), en un loft decorado con el obligado minimalismo del nuevo rico newyorquino, con música de un mítico Joe Cocker que había recuperado su popularidad luego de rehabilitarse de su adicción a las drogas.

Tus ropas caen lentamente
Soy un espía un espectador
Y el ventilador desgarrándote
Se que te excita pensar
Hasta dónde llegaré

John conquista a Elizabeth en una feria, regalándole el pañuelo que ella quería pero que le había resultado inaccesible. Un par de escenas después, la lleva a su fastuoso departamento y le obsequia un brilloso reloj. Otra escena está casi dedicada a mostrar cómo John… ¡paga en efectivo!. Más tarde, y para coronar el concepto, John le tira billetes al piso y le pide a ella que se arrodille y los vaya levantando, a lo cual ella accede.
La fórmula de la seducción era evidente: eran épocas en que el dinero era el principal objeto de deseo y, lo que es mejor, no había ningún prurito en aceptarlo.
Volver a ver la película hoy, sin embargo, resulta una experiencia un tanto diferente. Entre ese febrero de 1986 en que se estrenó y la actualidad, pasaron muchas cosas. Las caídas sucesivas del muro, de las torres y del neoliberalismo furioso no pudieron sino modificar la subjetividad de un espectador que ya no encuentra tan cool lo que solía serlo.
De hecho, es interesante notar cómo otros films posteriores de planteo similar (mujer algo reprimida se abre a nuevas experiencias gracias a un hombre que revoluciona su lógica sexual) suelen usar los roles invertidos: es decir, ella es burguesa, bien acomodada, y él es el alma errante desprejuiciado. Pienso en títulos como Titanic (1997) o Infidelidad (2002), del mismo Adrian Lyne, donde el dinero no es sino el blindaje para una vivencia más auténtica de la sexualidad.

Es una condena agradable
El instante previo
Es como un desgaste
Una necesidad
más que un deseo

La misma lógica que guía la adoración del vil metal, es la que sigue para la concepción del género femenino. La mujer es venerada, pero como un objeto más a tener, tan trascendente como un nuevo equipo de audio. 
John la cuida, le cocina, le da de comer en la boca. Podríamos decir que “invierte” en ella. Y después la viola, la posee.
Primero ella se muestra ofendida pero finalmente lo acepta, rendida a su excitación. Esta confusión perpetua el esquema sexista en el que se ve la sumisión sexual de la mujer como el tipo de fantasías que es normal explorar. Por supuesto, que Elizabeth sea masoquista no es el problema, sino que no sea consciente de que lo es y se someta a los caprichos sexuales de su pareja, no porque tenga claro que los comparta, como ocurría en La secretaria (2002), sino porque considera normal que una mujer haga eso por amor.

Que pueda suceder
No gastes fuerzas para comprender
Solo así yo te veré
A través de mi persiana americana

De todas maneras, más allá de cualquier interpretación, sabemos que las películas son aspiracionales: sólo tratan de descifrar los deseos del público. La idea es que éste reserve sus perversiones para esos 90 minutos de ficción y luego siga con su gris cotidianidad. Tal vez sea ésa la gran persiana americana. De hecho, si el cine fuera cierto no podría existir uno de los momentos más recordados de 9 semanas y media. La escena de la heladera, en la que él le da de comer huevos, ketchup y miel, es un gran ejemplo de la magia del cine: en la vida real sería imposible que no terminen los dos a los vómitos.